jueves, 19 de julio de 2012
D? 2.0
Introduciré al lector con la problemática que enfrenta el diseño contemporáneo, con los procesos de deconstrucción a los que debe someterse el diseñador de hoy. Todo parece indicar que el campo del diseño como lo conocemos en la actualidad, dejará de existir en poco tiempo. Se percibe en la academia que el diseño moderno sólo ha dejado retículas, composición, impresión y juguetes; una serie de objetos de apariencia inútil y con poca sustancia.
Al situar este campo en un segundo plano, sin que se comprenda la incidencia y los aportes que brinda a las sociedades contemporáneas, ha relegado al ejecutante, es decir, el diseñador, como un profesional cuasi accesorio de otros campos. Resulta que comprender una disciplina en constante cambio, deja al diseñador en una situación social desfavorable, donde ese “talento para diseñar” es transmitido únicamente como factor técnico, y sí, pero los diseñadores no son únicamente técnicos sino deconstructores de símbolos que deben plantear nuevas formas de reorganización icónica propia de su entorno. Este ver al diseñador como un técnico especializado deriva de la terrible pelea entre la teoría y la práctica, que se vive en la academia.
La información teórica que recibe el estudiante de diseño en las universidades se convierte en un cúmulo de datos que han dado en llamar “cultura general” y que, a pesar de ser información importante, no constituye una base sólida y mucho menos actualizada. Como bien señala Enrique González Pedrero haciendo referencia al Homo Videns (Giovanni Sartori), en su último artículo Otro Estado otra Cultura, publicado en la revista de la Universidad de México (julio 2012, número 101) “Una tesis que se fundamenta, como premisa en el puro y simple hecho de que nuestros niños ven la televisión durante horas y horas antes de aprender a leer y escribir. Este niño, acostumbrado a la escuela divertida de la televisión, que antecede a la escuela aburrida, se acostumbra a ver y ese hábito lo convertirá en un hombre poco adicto a la lectura, y por tanto, poco adicto a la cultura escrita y, por ende, aficionado a la cultura de la imagen.” Con lo que quiero expresar que el problema de que el diseñador se mantenga en un ambiente constante de desinformación, tiene estrecha relación con una erosión en el sistema educativo per se, desde su mas tierna infancia.
Por otro lado, la escasa actualización de lo que se dicta en las aulas, nos permite notar que en materias fundamentales para el conocimiento visual, como lo son las Historias del Arte, se llegue apenas a tocar los istmos como si éste hubiese sido el último período de la historia visual de la sociedades occidentales.
Por otro lado, hay una evidente carencia de información técnica, nuevamente la academia se evidencia distanciada de la actualidad técnico-tecnológica. Un 60% de los estudiantes egresados de la carrera de diseño se sientes desprotegidos y poco formados al salir de la Universidad, necesitan cursos técnicos extracurriculares para estar al día en el mundo laboral en el que les tocará bregar. La academia y la ciencia se han distanciado en las aulas. Si bien, enriquecerse culturalmente es un deber de todo profesional, también es lo que éste pretende al acudir a un aula, es por ello fundamental que en éstas se desarrollen competencias desde una perspectiva holística entendiendo al mundo como una integración de elementos que no pueden distanciarse. Investigación, técnica, práctica y teoría, deben ir de la mano en la formación de un profesional.
La amalgama de conocimientos y capacidades técnicas que debe poseer un diseñador contemporáneo tienen como base la observación, la investigación, la inter disciplinariedad y la multi disciplianariedad. Los diseñadores entre sus habilidades más esenciales, deben ser consensadores: capacidad de entendimiento del total del problema y visión positiva y neutral, tener capacidad de análisis y síntesis, ser concluyentes y por tanto propositivos. El diseñador debe tener en cuenta las necesidades reales de la comunidad para la que crea, debe ir más allá de lo establecido proponiendo experiencias; debe comunicarse y rebasar lo comunicado en ese momento, debe focalizar para universalizar.
Uno de los múltiples paradigmas que se discuten en el diseño contemporáneo se refiere precisamente al diseño de experiencias, y es en esta tendencia que las técnicas de investigación cualitativa se apoderan de la talacha del diseñador haciéndolo entrar en un periodo de trance del que sale victorioso con muchas más propuestas en unión conceptual, en contraposición con el famoso camino del diseñador tradicional al que se le prende el foco como si se tratase de una iluminación divina.
Silvia Fernández en el artículo The Origins of Design Education in Latin America: From the hfg in Ulm to Globalization en el que hace un recorrido sobre las escuelas latinoamericanas de diseño, se exponen varios puntos fundamentales para la generación de esa amalgama conceptual de la que estamos hablando. Entre otras cosas expone que la experiencia del diseño es indispensable para la enseñanza del mismo y que ésta se encuentra sólo en una escala menor. La falta de profesores con renovación académica generan una inercia al proceso pedagógico que es opuesto a los principios de la Escuela Superior de Diseño de Ulm, Alemania.
Aquí la mención de estos ideales escritos por Dieter Rams como principios que pueden aplicarse y adjudicarse hoy al diseño: “el buen diseño es innovativo, exalta la facilidad de uso del producto, posee calidad estética, vuelve comprensible el producto y evidencia los dotes de auto explicación, es discreto, es honesto, es resistente, coherente en los mínimos detalles, respeta el ambiente; el mejor diseño se convierte entonces en el mejor diseño posible”. En el modelo de las experiencias se debe incluir el respeto al usuario. Hasta aquí hay un acuerdo y aceptación de lo que se debe fomentar, en lo que no se está de acuerdo con la Escuela Superior de Diseño de Ulm es sobre la forma en estructurar el pensamiento en un todo cartesiano, muy racional. Pensamiento que dominaba completamente la teoría y la práctica, no existían las eventualidades, pero el devenir del mundo nos ha demostrado que no se puede seguir creyendo en ese paradigma. La situación actual del diseño, el hecho real en el diseño, debe ser su propio aporte a la teoría, su lenguaje y sus códigos actuales deben formarse sí con los fundamentos de la representación, pero mejor aún con la toma de decisión en las alternativas proyectuales. Aunque la Ulm es y seguirá siendo parte simbólica del campo, se debe renovar este pensamiento con el fin de adecuarlo a las necesidades de este tiempo.
Por lo tanto, considero coherente plantear que el Diseño está posibilitado para ser interpretado por concepciones doctrinales compuestas y opuestas. El diseñador no debe asustarse de la riqueza semántica ya que su pluralismo es necesario y justificable. Debe ser consciente del problema, analizarlo, sintetizarlo y construirlo basado en fundamentos teórico prácticos. Por lo tanto son parte de las habilidades para el nuevo paradigma que el diseñador sea un intermediario cultural, que cree su propia definición y ponga en práctica sus habilidades, conocimientos y teorías (debe generar sus propias teorías). Debe posibilitar la significación y resignificación de conceptos a las nuevas necesidades. La formación del diseñador es importante para cualquier grupo social, empresa, organismo, rama o consecuencia. Las habilidades del diseñador consolidan la innovación y funden el pensamiento hacía la funcionalidad, productividad y acción por y para el usuario.
A pesar de que el diseño no es un campo autónomo, se lucha por consolidarlo y mantenerlo fuerte en sus propias estructuras y devenir. La red de relaciones objetivas entre posiciones definidas por su ubicación en las estructuras particulares debe ser una lucha de la apropiación de un capital propio de conocimiento. El capital económico y social del diseño es enorme, el problema está en el capital cultural y simbólico, laguna evidente en el diseñador contemporáneo y que dificulta prácticas culturales coherentes y formales. La posición significativa de lo cultural y lo simbólico debe estar en el propio campo y no en uno prestado.
Las autoridades en diseño insisten a los diseñadores en que se deben hacer “mejor las cosas”, es decir, no se puede seguir vendiendo al diseño como un simple creador de imágenes, vestimenta y objetos funcionales. Las necesidades de los seres humanos cambian, tanto en lo social como en lo cultural, el vivir en la aldea global requiere más que nunca de la comprensión y atención de los diseñadores. A los docentes se les pide enseñar modelos que funcionen únicamente para el propio campo y así obtener una formación más sólida en la praxis, los modelos que se han seguido por más de 50 años han establecido al diseño a planos secundarios para la tecnología y la innovación, esto no puede seguir sucediendo.
Esto se debe, sin duda, al hecho de que hay poco debate sobre las propuestas pedagógicas innovadoras para el diseño y la formación de un campo más consolidado y formal en Latinoamérica. ¿Cómo educar a las próximas generaciones para hacer diseño integral? Los diseñadores deben formar parte de equipos interdisciplinarios y multidisciplinarios que respondan a necesidades reales y sociales desde y para el usuario. El diseño debe ser parte del desarrollo económico inmerso en los procesos de industrialización y comercialización en todos los niveles.
“La globalización ha redefinido el perfil del diseñador. El mercado está dominado por la industria privada y los intereses del cliente, mismos que no son necesariamente definidos por intereses reales y aún menos por cuestiones sociales más amplias. La demanda requiere de la especialización, las normas son impuestas por la presentación de productos multimedia y de comunicación, marca, identidad corporativa, la diferenciación de productos, competencia, eficiencia, impacto, el prestigio y el poder son los argumentos que apoyan el diseño en la globalización”. (2006:Silvia Fernández)
Las instituciones para la enseñanza del diseño desde la década de 1960 han tratado de mantenerse al día a las imposiciones de la nueva demanda cíclica global; en general, la investigación académica se conduce a una teoría repetitiva, separada de la práctica del diseño; en este contexto, en general el diseño es visto y traducido como un asunto menor, subordinado a la producción teórica que fomenta: una teoría sin práctica o una práctica con teoría no asimilada.
Por otra parte, hay que tomar en cuenta que desde los años cincuenta, principalmente, el diseño ha estado condicionado por las necesidades de una sociedad de consumo cada vez más voraz, lo que ha implicado, por un lado, su desarrollo acelerado, pero por otro una limitante en el desarrollo de las posibilidades creativas de los ejecutantes. Si bien es cierto que el diseño ha estado presente en la propaganda política e ideológica de todas las tendencias de pensamiento en el último siglo, ha sido dentro del capitalismo en donde ha encontrado un mayor nicho de desarrollo. Este vertiginoso avance en las ciencias comunicativas en general y en el diseño en particular, ha estado ligado a su vez al avance tecnológico siendo esta una herramienta fundamental que ha incidido en las conductas de las distintas comunidades. Tal y como describía Walter Benjamin en su tesis de filosofía de la historia, refiriéndose al pueblo alemán y su entrada a la tecnificación y por tanto al supuesto progreso, “nada ha corrompido a la clase trabajadora alemana, como la idea de nadar a favor de la corriente. El desarrollo técnico era el sentido de la corriente con la cual creía estar nadando. A partir de ello, no había más que dar un paso para caer en la ilusión de que el trabajo en las fábricas, por hallarse en la dirección del progreso técnico, constituía de por si, una acción política”.
Las sociedades contemporáneas, no hay que olvidarlo, están determinadas por su economía, y ello, le afecta de manera directa a todas las ciencias, campos o disciplinas, el diseño no ha estado exento a ello, por el contrario se ha visto motivado en su desarrollo. El diseñador contemporáneo por su parte, como se mencionaba antes, al vivir en este ambiente, ve limitada su creatividad, debe responder a distintos roles que le impone una sociedad de consumo, por ello, el cultivarse visual, técnica y socialmente son cuestiones limitadas para el trabajador común del diseño. El papel que juega la academia, es pues, pieza clave en la generación de formas de pensamiento, formas que en la actualidad responden a la alimentación de un sistema que nos condiciona y para el que el ser pensante, el ser cultivado, es visto como una amenaza. La academia debe regenerarse entonces, no solo en su actualización sino también en las formas de enseñanza-aprendizaje que se dictan en las aulas.
El cambio que se ha generado en el diseño tiene que estar basado en la comprensión del mundo actual, el consumo de imágenes masivas y otras acciones que suceden en el campo no lo representan ni lo legitiman. Aún hay mucho por hacer, las disposiciones que vamos adquiriendo conforme vivimos en sociedad son inconscientes en la mayoría y dependen completamente de la ubicación que tengamos en él. El establecimiento de fronteras y reglas definidas, las condiciones académicas y de producción son acciones pedagógicas internas que deben otorgar las condiciones históricas, materiales y objetivas para legitimar las instancias del diseño y así construir un campo autonómico, el Diseño ensimismado.
Hasta ahora hemos visto la problemática que atraviesan diseño y diseñador contemporáneos tanto en la práctica como en las carencias que viene arrastrando la academia desde hace ya, varias décadas. Pero ¿hacia dónde se perfila el campo del diseño de seguir en estas circunstancias?, ¿cuál es el rumbo que debe tomar?, ¿quién debe determinar el devenir de este campo?
Primero debemos entender que el tema del diseño no está dado, sino que se crea a través de actividades de la invención y la planeación por procedimientos que se consideren útiles para caracterizar al diseño. Se debe incorporar intereses y valores competitivos, diferentes extensiones del conocimiento, patrones inteligibles humanísticos, y una dimensión inherentemente retórica ya que deben de estar dotadas de habilidades poéticas y artificiales abiertas a un pluralismo sistemático.
Ya no hay cabida para que sea el cliente quien defina las formas de creación e interpretación mediadoras de la cultura, debe ser el diseñador que a través de la investigación del usuario y de la interpretación sofisticada de éste debe imponerse en la creación y la invención de conductos productivos y de industria, así como de los sociales y políticos. El gran objetivo es que éste pueda verdaderamente satisfacer las necesidades planteadas inicialmente en su contexto global y que éste se proclame en su poderío innovador.
En palabras de Richard Buchanan “los diseñadores deben ser curiosos e inventivos más allá de los límites de la especialización, debe juzgar cuáles de sus construcciones son viables, observar las circunstancias y condiciones que están determinadas, deben ser capaces de participar con otros, incluir a especialistas técnicos de muchas áreas en los procesos de toma de decisiones durante todo el proceso de diseño, deben ser capaces de evaluar el valor del diseño en el usuario y en la sociedad”. Son esclarecedoras las palabras de Buchanan al decir que “el diseño es el arte de darle forma a los argumentos sobre el mundo artificial o creado por el ser humano, argumentos que pueden llevarse a las actividades concretas de la producción en cada una de éstas áreas, con resultados objetivos que al final son juzgados por los individuos, los grupos y la sociedad”.
BIBLIOGRAFÍA
Backman Mark. Las raíces de nuestra sofisticación. Del libro Sophistication: Rhetoric and the rise of self consciousness. Ox Bow Press. Woodbrige, CT. 1991.
Benjamin Walter. Tesis de filosofía de la Historia. Angelus Novus. Barcelona. 1971
Buchanan, Richard. Retórica, Humanismo y Diseño. Design Seminar1.
Fernández, Silvia. The Origins of Design Education in Latin America: From the hfg in Ulm to Globalization. Design Issues. Volumen 22. Number 1. Winter . 2006
González Pedrero, Enrique. Otro estado, otra cultura. Revista de la Universidad de México, núm.101. Julio 2012.
López M.Javier. Diez Principios para un buen diseño según Dieter Rams. Revista Zona. No. 2; 2007.
Press, Mike y Cooper Rachel. El diseño como experiencia. GG Barcelona. 2007.
Simón Sol, Gabriel. Compilador. +de 100 definiciones de diseño. UTEM.UAM-X. 2009.
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