miércoles, 6 de mayo de 2009

Mi práctica docente

Tengo una formación completa en mi profesión pero lo que más me gusta de ella es que vivo intelectual y emocionalmente de ésta. Obtengo lo serio y lo divertido, la disciplina y el rompimiento de paradigmas, enseño y me enseñan. Si algo me falta en mi vida personal como por arte de magia lo obtengo en el aula sin pedirlo.
Dentro del aula tengo una personalidad graciosa pero estoica, dulce con provocación, jovial pero con experiencia, afectiva pero circunspecta. Soy una mediadora constante entre el conocimiento y mis estudiantes. Gusto de ilusionar a mis estudiantes con aprender y con el hecho de crecer como seres humanos dentro de su profesión. Expreso mi personalidad y mi amor por mi trabajo como clave primordial de mi forma pedagógica eficaz, no veo la afectividad como falta de exigencia, sino como el camino a ésta, como una sensibilidad impresionable hacía la observación y la reflexión de las necesidades intelectuales y prácticas de mis estudiantes.
Mi empatía con los estudiante se retroalimenta de manera cognitiva y aseguro así la participación y la demostración de la personalidad de cada uno de ellos, vivo colocándome en el lugar del estudiante para que éste se sienta confortable con las instrucciones, con los contenidos y sobre todo con las reglas y las evaluaciones. Entonces es el estudiante perfecto.
Es esencial para mí una actitud reflexiva completamente demostrable en el aula, ya que ésta me ofrece la óptica necesaria para saber cuáles son los procesos que debo promover con una intencionalidad completamente formativa, además de demostrarles a los estudiantes que siempre es bueno tener una mente crítica y reflexiva. Siempre he sido una persona reflexiva, me gusta observar antes de opinar, me gusta reflexionar antes de dar un punto de vista visceral.
Al entrar al aula tengo la convicción y confianza de que soy la mejor maestra del mundo. Con la seguridad que este pensamiento me otorga se adhiere a mí una coherencia entre mis actitudes y formas de acción en la práctica profesional. Puedo ser muy crítica y muy dura con mis estudiantes, pero también me recuerdo todos los días, al entrar al aula, el respeto que les debo, donde éste significa y tiene lugar entre nosotros como una forma de comunicación y diálogo, ellos me dicen que necesitan y yo ofrezco el conocimiento, si llegara a no tener la respuesta hago lo posible porque mi capacidad de investigadora salga a flote y cumplir con sus estándares. A través de la observación y el cuestionamiento percibo sus necesidades, las habilidades que les hacen falta para lograr ser los profesionales que se requiere fuera del recinto universitario.
La empatía que he recibido por parte de los estudiantes en estos 6 años de carrera académica, viéndolo en retrospectiva, se debe mucho a la flexibilidad y apertura mental a ver las cosas como ellos las ven, a conocer sus gustos e inquietudes, a estar siempre abierta y escucharlos, a bromear con ellos y a veces hacer con ellos los que les gusta fuera del aula. Siempre hago indagación sobre las imágenes que les llaman la atención, los hago interiorizar sus gustos y necesidades, exteriorizarlos bajo métodos de diseño. Siempre he sido una persona con muchas inquietudes y no me da miedo preguntar. Soy una crítica feroz y dura, siempre les advierto que es posible que les conteste con una critica, pero he sido respetada por usar el lenguaje que los estudiantes reconocen, por hacer una deconstrucción de la imagen recuperando los aciertos y retomando los errores. No me gusta hacer una crítica destructiva sin antes ver en ellos un acierto.
Este trabajo no ha sido autónomo, siempre he requerido de asesorías y consejos, ha implicado dificultad y esfuerzo, he sido mi propio panóptico y siempre trato de recuperar la práctica docente con la evaluación de los estudiantes, mi autoevaluación reflexiva y correctiva. Soy una niña Montesori, me gustan los procedimientos prácticos y claros, el ejemplo visual, personalizar la educación y sobretodo el afecto a la profesión y a los que quieren tomarla. Mi labor docente no es una casualidad.
Reflexiono acerca de la formación docente, quiero ser el docente que a mi me gustaría tener y considerar especial.
Deseo ser una influencia para los futuros profesionales de la educación, quiero ejercer un estilo en el aula que me ayude a completar mi vida de condición holística. No quiero ser una persona diferente fuera y dentro del aula. Quiero tener dentro del aula lo mismo que tengo en casa: confianzas, apoyos, planeaciones, felicidades y tristezas, logros y pérdidas.
Mi nombre es Daniela Medina Nieto, soy docente. Soy maestra en diseño y comunicación gráfica.
Mi personalidad dentro y fuera del aula está fundada por la sensibilidad, la creatividad y la percepción; la composición de las imágenes es el principal objetivo de mi práctica docente y los temas imperiosos, formales para la formación de éstas en cualquiera de las asignaturas que imparto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario